2 dic 2018

Como barrilete




Ilustración Vero La China
Merlina lleva meses uniendo retazos de tela y lana que recolecta en lencerías, en casas de abuelas de amigos o de ropa que ya no usa y los anuda hasta lograr una única cuerda hecha con diferentes colores, texturas e historias. Ya tiene hechas 2 cuadras, es decir, 200 metros. Hoy con el permiso del encargado subió a la terraza de la torre más alta de la ciudad y a la tapa del tanque de agua de la torre más alta de la ciudad, para estar ella más alta, más cerca. Sentada en indio traza líneas imaginarias verticales y transversales de un mapa cósmico, mapa creado por ella, que sirve para calcular cuántos metros de cuerda le faltan para llegar al sol. Concentra la mirada, achina los ojos, mide
- faltan 8 cuadras, afirma, para lograr unir el extremo de su cuerda a un rayo de sol. No para atarlo, no para bajarlo, mucho menos apagarlo, Merlina quiere tener el sol como barrilete, así todas sus actividades se convierten en su favorita, adora sentir como las chispitas de calor le chisporrotean la piel. ¿Y a la noche? ¿Qué harás en la no- che Merlina? ¿Tironear de la cuerda?
- ¡No! A la noche descansaré y tomaré cuidados ba- ños de luna, pero sé que sigo unida y no atada a mi barrilete. Por el contrario voy a dejar que él tironee de uno de mis brazos o de mis párpados si no le hago caso y queo como perro decida con lengüetazos de luz y calor cuándo sacarme de la cama. Asumo que me dejará remolonear un poco más las mañanas de lluvia y frío.
Hoy, incontables días después de aquella primera vez, Merlina vuelve a subir, ahora con el permiso del nuevo encargado, a la terraza de la torre más alta de la ciu- dad. Por buena fortuna el tanque está en el mismo lugar y su cuerda de retazos ya tiene los 1000 metros necesarios. Antes de emprender el viaje se pone las antiparras, también creadas por ella, protectoras de la inmensa magnitud de los rayos ultravioletas, y sujeta de una de las manijas del tanque el arnés que lleva en la cintura por cualquier inconveniente que pueda surgir a mitad de camino. Vale aclarar que Merlina no sólo es precavida y romántica, también le teme profundamente a las alturas.
Ya está lista, atenta frente a su mapa cósmico. Con sumo cuidado da el primer paso sobre una de las líneas con el pie derecho, después el izquierdo, derecho, izquierdo, derecho izquierdo, derecho izquierdo... un vientito... se tambalea... lo importante es no mirar abajo... y respirar. Retoma el paso, derecho izquierdo, derecho izquierdo, cien- tos de pasos hacia adentro, derecho izquierdo, derecho
- ¿un pájaro?
Sí, un hermoso pájaro que se posa sobre la misma línea por la que camina Merlina y que la mira como ningún pájaro la había visto. ¿La habría visto un pájaro alguna vez?¿Ella se había dejado ver?
En ese intervalo del mundo en el que las miradas de dos se detienen a verse, Merlina se pierde en el brillo azulado de las plumas, son tan brillantes que se le vuel- ven luz, son tan luminosas que se hacen claridad, son tan tan tan claras que se vuelven transparentes, plumas tras- parentes que le dejan ver la total libertad en un cuerpo así de pequeño y el olor...
- es como el de la lana secada al sol, piensa
Si es verdad que el amor nada tiene que ver con formas ni fórmulas, con tamaños ni géneros, con tiem- po ni fronteras, con nombres ni edad, eso que ellos dos sintieron en lo profundo del cielo, eso, fue amor. Y así de enamorado el pájaro veloz se acerca a la oreja de Merlina
- tus brazos son alas inmensas, tu pelo el plumaje más extraño y bello que vi y tu pico ancho y carnoso es como néctar, dulce...¿querés volar conmigo?
En ese instante Merlina conoce la furia de la tempestad, siente cómo las olas del mar rompen en su pecho y la estrellan contra el medio del universo. Esas palabras suenan como truenos, quiere, pero no sabe, no entiende, no puede, quiere pero
- me encantaría volar con vos pero mi sol me está esperando, ojalá nos crucemos en otro vuelo o en la copa de la casa del árbol.
El pájaro era colibrí. Nunca había sentido tantos deseos de volar hacia atrás como ahora, ojalá no hubiera dicho ni una de esas palabras. Entonces batió fuerte sus alas y con un solo impulso se lanzó a la libertad del celeste, impulso que hizo temblar la línea camino de Merlina que ahora siente el verdadero vértigo de caer, pero lo más importante es no mirar abajo, mucho menos atrás y respirar.
Después de muchos pasos empieza a sentir el calor resplandeciéndole la cara, hasta que por fin, ahí está, la gran bola de fuego en sus manos. Rápido une el extremo de su cuerda que es resistente al calor a la punta del rayo de sol más largo, es probable que sea el rayo más viejo. Refuerza el nudo y tomada de la cuerda se lanza en culí patín por una de las líneas.
- las vueltas son siempre más rápidas, piensa mientras cae.
Y de pronto, plaf, ya está de nuevo en la tapa del tanque de la terraza de la torre más alta de la ciudad.

¿Querés volar conmigo?
¿Querés volar conmigo?


¿Querés volar...
conmigo?
Con el verano llegan las vacaciones y esas palabras todavía resuenan en la cabeza de Merlina que está paseando por los pastos del parque Avellaneda remontando el sol, un barrilete.